No han valido mascarillas, guantes dobles ni EPI, tampoco estar en alerta máxima en el trabajo o al ir a comprar: El PCR ha dado positivo. Por ahora no hay sintomatología cosa que agradezco de verdad. Se de sobra que puede pasarme así que ahora toca cuidarse.
Los sanitarios somos unos especímenes curiosos: nos pasamos la jornada laboral intentando aliviar a las personas que atendemos pero cuando nos toca, cuando el cuerpo da señales de estar mal, o bien miramos al otro lado y nos engañamos quitado importancia a la patología o nos convertimos en unos hipocondriacos de cuidado.
No he hecho ninguna encuesta pero creo que la estadística va más o menos por la mitad. Dudo mucho que un sanitario sea un buen enfermo, somos escépticos por naturaleza. Va a cuestionar abiertamente o sin decirlo, al mejor especialista del mundo, sea quien sea.
En una palabra: como sabemos bien que pasa o nos puede pasar, nos convertimos en unos sabiondos de cuidado. Las fuentes para rebatir la opinión médica de turno o la cura enfermera pueden ser varias: Internet es la gran aliada, experiencia propia, amigos, el terapeuta de flores de Bach, aquel jarabe para la tos de hierbas caseras de la vecina… Todo vale. Así que el tratamiento original que nos ha dado el medico del CAP termina siendo de todo un poco. Somos una farmacopea ambulante auto diagnosticada y así nos va.
Con el COVID-19 vamos muy perdidos. Nadie puede decir que receta es infalible. No hay tratamiento claro y esperar vacuna es por ahora una verdadera entelequia. Al inicio de la Pandemia en la residencia, presencie un ataque de ansiedad de una persona sanitaria que fue antológico. El miedo, el pavor a enfermar le hizo entrar en una espiral realmente malsana que era creada por un instinto ficticio creado por su cerebro. Porque esta es la cuestión: si hay aprensión la gran manipuladora personal que es nuestra mente nos deja abiertos a enfermar. Como era de esperar, aún está de baja.
Ella estaría en la franja de los sanitarios hipocondriacos. Sin duda yo soy de las que restan importancia a las enfermedades. Me cuesta aceptar que estoy mal, supongo que una salud fuerte me ha dado motivos para ser así.
Por eso me ha costado saber que debo estar confinada quince días y esta vez de verdad, sin trabajo, sin supermercado, sin viaje con coche hasta la residencia… esto es lo que hacía y ahora nada. Al pairo día si día no, debo crearme mis rutinas, mis tiempos de encuentro conmigo misma.
Voy a emprender un nuevo viaje interior gracias al positivo del COVID-19.Sé que valdrá la pena por una razón: si quiero cuidar, debo ahora cuidarme. He dado mucho estos meses, me he quedado exhausta muchos días, el dolor de las perdidas me ha atenazado y aun no estoy restablecida. Debo hacer mi particular duelo y cerrar una etapa no solo laboral, la implicación personal ha sido absoluta.Si la vida me ha dado un regalo para que repose voy hacerle caso.
Imagen de fernando zhiminaicela en Pixabay
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