No puedo con las estadísticas de defunciones y las personas afectadas por COVID-19. Aquí sí que no me creo nada en absoluto. Por una razón muy simple: no se han hecho PCR a su debido tiempo a las personas mayores ingresadas en geriátricos. La certeza no la sabremos nunca y creo que más de unos estará de acuerdo conmigo que es voluntad que no se sepa el número de afectados por coronavirus en residencias. Nuestras mentes racionales quieren cifras, certezas, verdades que intentamos hacer nuestras quizás para contrastar la angustia que se está viviendo.
Hago otra reflexión: las neumonías es un de las causas más comunes de muerte geriátrica. ¿Quién me asegura que el mes de enero y febrero no tuviéramos ya coronavirus en las residencias? Es la época del año característica de las personas con patología respiratoria, y cuando más se descompensan. Hay ya noticias sobre un paciente zero a finales de diciembre, por tanto, nada se sabra de cierto nunca.
Aporto además un argumento definitivo a mi modesto entender: la muerte es un proceso, vamos perdiendo la fuerza vital poco a poco no ocurre nada de repente en el cuerpo, el deterioro cedular, la aportación insuficiente de oxigeno que agrava el ritmo cardiaco provocando al final la parada del mismo, la progresiva pérdida de la función renal. Todo va desajustado y este proceso puede durar años, días, horas o unos escasos minutos, pero nunca es un órgano solo el que falla, es el conjunto. El final del ciclo vital de una persona lo hemos identificado con la muerte cerebral.
Con estos planteamientos se comprende que nunca me he creído la palabra escrita en los certificados de defunción. Cierto que el medico la escribe con conocimiento, no cuestiono su labor, queda muy bien decir que ha muerto la persona de un infarto de miocardio, de un AVC, o de las lesiones traumáticas de un accidente de tráfico. La familia, quiere saber el motivo de la muerte. Ayuda en el duelo: hay un causante a quien darle la culpa de la ausencia. Una vez más nuestra mente racional pone un título y se aferra a él.
Enfermera en un geriátrico me ha posibilitado comprender que significa envejecer. Si somos lucidos y no nos engañamos, el envejecimiento es un lento proceso que nos posibilitara irnos despidiendo de la VIDA. Nuestro cuerpo físico ira claudicando, un día detrás de otro, los deterioros se presentaran y no tenemos soluciones mágicas, por más pastillas o tratamientos que hagamos.
Así que lo siento por las personas que contabilizan datos mortuorios sobre el COVID-19, pero decir que Fulanito o Zutanito han muerto de coronavirus no se ajusta a la realidad del acto físico de morir, y si lo dice el gobierno peor aún, o hay razones de fondo que prefiero no escribir.
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