Nueva prórroga de confinamiento, a este paso llegamos a Navidad y yo con unos pelos de bruja Pirula que dan miedo.Me salva en el trabajo el gorro, la escafandra frontal con mascarilla monísima pero al poco que me descuido afloran las canas por todos lados de mi rostro tenso y cansado.
Me preocupa el tema, se ha dejado que se mantuviera la compra del tabaco en los estancos y del alcohol en supermercados, no en bares. Adicciones fuertes y por tanto con lo que está cayendo, se intenta no provocar otra pandemia aún más grave de abstinencia. Barra libre en las casas para borracheras, es igual que la bronquitis vaya a más, o aumenten las cirrosis, algún día el CAP estará para otras labores asistenciales y mirara a las personas con estas patologías con detenimiento. Ahora pueden esperar.
Lo entiendo, pero el gobierno debe comprender que soy una inepta total para ponerme tinte en las canas, haría un desastre, lo sé, por lo que ni lo intento. Pero cuando me miro al espejo alucino por las entradas que voy viendo y lo que es más grave: sin forma de taparlas ni con el spray para canas, ya lo he probado, dura poquísimo además de ser caro.
O sea que aviso que pronto tendrán una enfermera estresada hasta la medula, histérica de por sí, ansiosa a tope al salir del trabajo por la tensión acumulada, dolida de ver día si día no, ancianos enfilar la recta final de sus vidas, y lo que es peor, canosa como ellos sin posibilidad de esconder mis años.
Así que tengo dos posibilidades: raparme el pelo a cero, cosa que no hare, o pedir con urgencia al gobierno de turno que habrá las peluquerías, porque hay otro tema urgente a resolver: las depilaciones.
¿O es que esperan que además de las canas tome el sol en la terraza, que no en la playa, con trenzas en las piernas?
Imagen de mohamed Hassan en Pixabay
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