Sant Jordi lo quería para él y le ha prestado el dragón para que se elevara por encima de nosotros y darnos envidia sana con su vuelo a otra dimensión que a buen seguro, es mejor y más divertido que estos últimos tiempos de su vida terrenal.
Hemos estado todo el equipo muy pendientes, no solo ahora, desde siempre. Se hacía querer, bromista empedernido era muy fácil estar atentos y complacerle en todo lo que podíamos. Pero la enfermedad fue sonsacando sus risas hasta convertirlas solo en rictus de dolor. Era duro verlo.
Cuando la Pandemia llego todos pensamos en él y cruzamos los dedos pidiendo lo imposible.Por eso, esta liberación corporal, en alguien como él, es placida, su vida solo era sufrimiento.
Juega con el dragón de Sant Jordi. No ha escogido porque si este día para morir, quiere ser libre de un cuerpo que era prisión y armadura hermética. Estoy segura que me mira y está sonriendo a carcajadas, como cuando intentaba pillarme con la silla eléctrica por recepción.
El equipo ha entrado en silencio a su habitación. El ritual del adiós, una vez más, se ha producido. Descansa Juan. Te lo mereces.
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