La verdad, me lo pregunto cada día. No sé si en otra vida he sido ballena, sardina o lenguado, para que me guste tanto el agua y coloque mis manos en remojo continuamente. No solo en el trabajo, ahora la psicosis ya me la llevo a casa.
Lo que me desconcierta es que esta acción sea repetida por un colectivo más amplio: el sanitario. No estoy sola en esta movida acuática, no sé si esto de ir en comandita es bueno o malo, solo sé que no tenemos alternativa.
Así que he elaborado unas hipótesis que comparto por si alguien con más luces me da la solución acertada a mi dilema.
Posibilidad A:
Todo el estamento sanitario del mundo, ósea muchísima gente, en otras vidas debimos hacer mucho daño por llevar las manos sucias y ahora por la ley universal del Karma, pagamos el castigo hídrico del remojo permanente. ¿Que hicimos? Aquí cada cual podrá su aportación, si la sabe. En mi caso ni idea.
Posibilidad B:
Fuimos peces. Queremos recuperar nuestro hábito natatorio haciendo bailar las manos con el jabón debajo del grifo. Así rememoramos, en el subconsciente, las vivencias de otras vidas y el placer de mover las aletas de antaño por unos mares limpios, sin plásticos, remanentes de hidrocarburos y otros restos que no quiero ni nombrar, ni mucho menos imaginar.
La disyuntiva que planteo a tanto consumo agua no me deja dormir, temo realmente que en la siguiente vida, si es que la vivo, el Karma me acuse de haber desperdiciado el líquido elemento de forma fútil y pase una sed atroz o viva debajo de una palmera en un desierto , sin más alimento que dátiles resecos….
Los tiempos son duros, pero la imaginación, los sueños y las bromas nadie podrá quitárnoslas. Ni el Karma.
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