Me gusta mirar por las ventanas, diría que lo necesito, quizás es una forma de amortiguar las vivencias no siempre plácidas de ser enfermera en una residencia geriátrica
Mientras espero el ascensor, la vista desde la segunda planta es hermosa, sobre todo a la tarde, con el color que en esta época nos sorprende el cielo, los atardeceres del otoño son siempre espléndidos.
Bajo la vista de forma distraída y allí esta ella. Al pie del magnolio de la entrada,en medio la corteza de pino, hay una seta. Airosa levanta su cabeza amarillenta para afirmar su personalidad al lado del alto árbol. No quiere pasar desapercibida y quizás por esto la veo desde la ventana del segundo piso.
El cambio climático es una realidad, hoy hace más calor. Estos días atrás, la temperatura baja, sin ningún miramiento a pesar de ser los últimos días de setiembre, nos heló. Un viento casi invernal, hizo bailar de forma permanente las hojas de los árboles. La coreografía que crearon soltándose de las ramas, dejándose llevar, para ser acariciadas, con suavidad, a veces con rudeza, cayendo al vacío sin más. Este ballet que la Naturaleza nos ofrece los días de viento fuerte son un verdadero regalo.
Como esta seta. Ella muestra su poder unas horas.Su vida no será larga.Una hoja puede vivir más tiempo colgado de su rama, del árbol que ha sido madre y padre a la vez. La seta es efímera y lo sabe, pero el orgullo de vivir esta en ella, no le da miedo el alto árbol que la cobija a sus pies. Sabe que debe desprenderse de su apariencia corpórea para dar vida el año próximo a más setas, como las hojas que se abandonan para crear el poderoso humus que es fuente de nueva vida.
La Naturaleza nos da muestras en otoño de desprendimiento, una invitación a entregarse sin más, sin ninguna muestra de egoísmo o temor al futuro.
Son tiempos inciertos estos. Demasiado. Cuesta mucho tener esperanza, confiar en que todo se resolverá con rapidez. Me gustaría que un viento se llevase por delante la Pandemia, el dolor, las muertes, la pobreza de tantas personas sin trabajo, sin comida.
La encrucijada donde nos encontramos no se resolverá aunque viniera el huracán más potente del siglo.
El ascensor ya ha llegado, bajo a planta, quiero ver la seta, no la tocaré. Ella se merece mi respeto, pero esta tarde me ha dado paz y esperanza. Tengo que darle las gracias.Quizás mañana ya este seca.
Imagen de Robert Balog en Pixabay (seta)
Imagen hojas pixel2013
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