Una vez más se da la vuelta a la tortilla y se culpabiliza a la población con un toque de queda que no va a remediar la segunda ola del Covid-19. Los malos somos nosotros.
Bien es verdad que no todos lucen la mascarilla correspondiente, por no decir que un importante segmento de la población pasa olímpicamente de todo y la fiesta es continua para ellos. La libertad se camufla con irresponsabilidad social, por no decir un individualismo egocéntrico que no sabe reconocer ni hacer suyas, palabras como solidaridad, respeto al otro o bien común.
Pero un toque de queda, un estado de alarma en un país como nuestro, quizás ahora desmemoriado, son palabras que evocan muertes, terror y guerra. Esta mañana, una vecina muy mayor, me ha explicado su miedo mientras tirábamos la basura. Llevaba doble mascarilla y una gafas de protección además de guantes de limpieza. Ella se protege y teme lo peor.
Quienes vivimos la pandemia en primera linea, no solo tenemos miedo, hay rabia.
Prohibir, controlar y multar no va a ninguna parte sin cribados masivos de población, sin hacer controles rutinarios, sin haber reforzado los centros de atención primaria, por no decir las UCI.Una vez más las residencias tendremos Covid-19. Quien diga lo contrario miente.
Otro estado de alarma y esta vez con toque de queda, nada de esto frenará el coronavirus. Tampoco se han tomado medidas para evitar que los más desfavorecidos tengan un mínimo de subsistencia. Pienso en los que no tiene donde guarecerse y hoy dormirán en la calle, en algún portal. ¿El toque de queda para ellos comportará una sanción?.
Un gobierno debe legislar, y no ir a bandazos.Debe dejar de reñir a la sociedad, apelando que nos portemos bien, cuando también es el culpable del desastre sanitario-económico y social que vivimos.
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