martes, 14 de abril de 2020

No puedo más



Hace mucho que no coincidimos, eso sí, casi a diario, sobretodo estas  últimas semanas nos damos el parte por teléfono o una de las dos, llama para comentar alguna cuestión que es más rápida de solventarla con una conversación  que escribirla. 

Cuando la he visto entrar me he dado cuenta al instante de su profundo cansancio en la mirada, tiene ojeras y su risa franca y risueña no ha contagiado el ambiente como siempre.  Sus palabras han salido de su boca sin que hubiera comentado mi impresión previa al verla: No puedo más, no es cansancio físico es emocional, no lo soporto.

De repente ha entrado el médico y he mirado su expresión. Viene  a diario, hoy no le tocaba pero se ha presentado. Estamos dando una vuelta más a la tuerca para que encaje el engranaje,  y salgamos del pozo que nos ha introducido el bichito famoso.Los tres nos hemos puesto a trabajar, espero  que el esfuerzo sea recompensado. En un par de semanas o quizás menos lo sabremos.

Cuando me miro al espejo no se verme la expresión que he visto en ellos pero sé que sufro del mismo mal, y estoy persuadida que debe ser generalizado en todo el personal sanitario del mundo, no solo de este país. Nadie estaba instruido para algo así. No estábamos  concienciados,  cuando  mirábamos las imágenes de China,  que el desastre llegaría. Cuando se  presentó ya era tarde. 

Además el gran drama es que sabes que nada o muy poco puedes hacer, la inercia de la pastillita, del tratamiento milagroso no funciona, nos miramos cuando la persona hace el debut de fiebre y cruzamos los dedos preguntándoos si sufrirá  o solo será un cuadro febril más.

La ruleta  de la vida se pone en movimiento y nadie la puede parar, quien crea, tendrá el consuelo y dirá que es voluntad de  Dios, otros  de Ala, quizás del destino o del Karma, hay muchas creencias. Sea como sea no hay respuestas al dolor existencial  tan atroz  que se ha puesto una vez más en evidencia para la Humanidad. Creíamos que la tecnología seria la panacea, ni esto queda.

Solo espero poder recuperar la fuerza de los abrazos algún día y sentir la risa risueña de Mónica en mis oídos muy pronto. 

Foto de Kat Jayne en Pexels

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