domingo, 1 de marzo de 2020

La soledad de los moribundos.


   Lo leí hace años y ahora ha vuelto a ponerse ante mis ojos y no me resisto a escribir las en el blog. Hay ternura y mucha compasión en esta narración. Se refleja muy bien una realidad incontestable: la muerte comporta soledad y esta aflicción  es muy difícil de llevar para el ser humano que agoniza y si es consciente del proceso de muerte en que ha entrado. El texto fue escrito durante la Segunda Guerra Mundial, pero su vigencia es actual : COMPASIÓN, EMPATIA Y COMPRENSIÓN es siempre la mejor cura enfermera en el final de vida.



   Archie Cochrane *: `` Un episodio que tuvo lugar en Elsterhorst me afecto profundamente. Los alemanes trajeron en plena noche un joven prisionero soviético a mi barracón. La sala estaba llena, así que traslade el prisionero a mi habitación; estaba moribundo y chillado, y no quería que despertara al resto de enfermos. Lo exploré. Era obvio que tenía grandes cavitaciones y afectación pleural. Pensé que esto último es lo que le causaba  el dolor y los alaridos. Carecía de morfina y solo tenía aspirina, que no producía ningún efecto.
      Estaba desesperado. Sabía muy poco ruso y nadie en la sala lo hablaba. Finalmente de forma instintiva, me senté en la cama y le recogí entre mis brazos: de forma casi instantánea dejo de chillar. Murió apaciblemente en mis brazos pocas horas más tarde. No fue la pleuresía lo que origino los chillidos, sino la soledad. Fue una maravillosa lección  sobre el cuidado en la proximidad de la muerte. Me quede avergonzado por mi error de diagnóstico y mantuve la historia en secreto´

*Archie Cochrane. Estuvo como voluntario en las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española, pero este texto fue escrito de su experiencia como como prisionero en los campos de concentración de Grecia y  Alemania de la Segunda Guerra Mundial.
Es el padre de la nombrada ``Medicina basada en la evidencia´´

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