Está siempre muy callado y casi nunca dice nada. Dormita buena parte del día, en otros momentos, sus ojos pequeños escrutan atentamente lo que sucede a su alrededor.
Hoy estaba muy atento a mi compañera que le ponía las zapatillas para ayudarlo a levantarse de la cama, inclinada delante de él, le narraba que debía ducharse y que le preguntaba por la ropa que tenia preparada, quería saber su opinión, por si no gustaba, cambiarla.
Hoy estaba muy atento a mi compañera que le ponía las zapatillas para ayudarlo a levantarse de la cama, inclinada delante de él, le narraba que debía ducharse y que le preguntaba por la ropa que tenia preparada, quería saber su opinión, por si no gustaba, cambiarla.
Inesperadamente pero con mucho cariño por parte del residente, su mano ha fregado con delicadeza la mejilla de la mujer. No ha dicho nada, solo la palma ha fregado el rostro de la gerocultora.
Esta se ha dado cuenta enseguida de la caricia que estaba recibiendo, devolviéndole como recompensa, su mejor sonrisa y riendo con ganas.La alegria de ella me ha contagiado a mí y también he pedido un gesto de aprecio. Me he acercado a él y me ha dado un beso en la cara.
La habitación se ha llenado de sonrisas y complicidad.El estaba feliz, complacido camino del baño pero muy cogido a mi compañera, cada vez está más inestable y tiene miedo. Conozco bien a la gerocultora, esta contenta, el gesto del anciano, le ha llegado al corazón.
La mañana ha empezado bien.
Alexas_fotos. Pixabay
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