En dos ocasiones, desde que trabajo en la residencia, la duda se plantea con toda su crudeza. Actúe como profesional.No dije nada, ni una palabra, no era el momento y las circunstancias tampoco permitían cuestionarse nada, el medico fue rápido y consiguió recuperar a pesar que la parada era importante, por no decir casi irreversible. La bronco aspiración alimentaria en la comida fue la causa de la crisis respiratoria, el fallo cardiaco llego puntual. Es lo que se debía hacer: Recuperar. No había últimas voluntades firmadas.
Hoy vuelto a trabajar y allí esta, sentada en su mesa del comedor rebanando el plato del desayuno para no dejar nada de la papilla de cereales. La he sonreído y ella me ha contestado con una magnífica sonrisa en su blanquecino rostro.La parada cardio-respiratoria no ha hecho mella en ella. Diría que incluso está más lucida.Para mi sorpresa, tanto ella, como otro residente que se consiguió recuperar, vivieron. No es la primera vez que sufro este desconcierto: das por supuesto que morirán y te equivocas de arriba abajo.
Una vez más el prodigio ha vuelto a suceder, recuperar en un residencia tiene su mérito. No estamos tan entrenados como en los hospitales. Cierto hay ambú, oxigeno, aparato de aspiraciones, sueros... Pero se llama rápido al Servicio de Emergencias Médicas.
Cuando la veo sonriendo pienso en mis dudas de ayer: ¿Qué calidad de vida tiene? ¿Porque es realmente vida la existencia que está teniendo estos últimos años?. Si fuera Dios, Buda o Ala, quizás lo sabría. Pero no sé nada, no sé porque está aquí aun. Solo actue como enfermera, puedo tener dudas, pero no debo dar nada por sentado, tampoco ejercer de juez o tomar decisiones que no son mías.
Ella vive, sonríe, come y está en un mundo que nadie conoce, solo ella.Al mediodía volverá a su siesta, producto de la medicación, para que no se altere a media tarde, lo pasa mal y nosotros de verla.Alguna misión debe realizar aquí, la que sea, pero su existencia tiene aún sentido. Solo que lo desconozco.Me alejo de ella y sonrió para mí. Callare mis elucubraciones.
Antes de marcharme ha venido el hijo. Está contento, yo diría que extremadamente feliz.Su madre lo mira sin tregua, sin descanso, fijos los ojos en él.Sonriendo con esa sonrisa perdida, sin alma, pero que indica una placidez interna inexplicable para los que aún tenemos una mente digamos racional.
El hijo viene de hablar con el médico, pero aun así quiere explicarme lo agradecido que esta, me conmueve. Narra lo que siente, no quiero estropear su alegría. Estoy por él. No quiero comentarle que ha habido mucha suerte, que podemos volver a tener problemas muy pronto. Hoy no toca. Quizás mañana.
Mi silencio es además profundo, ahora entiendo porque su madre no se ha ido: él aún la necesita. Sé que debo prepáralo, no es la primera vez que con suavidad voy acompañando a los hijos para que acepten una final probablemente próximo. La muerte geriátrica es lenta, va llegando sin dar casi señales. Los sentimientos enmascaran la realidad.
Me da un abrazo y me vuelve a dar las gracias. Sonrió, también doy una caricia a las mejillas de la madre sonriente.
Es curioso:
Es curioso:
¿Desde el paro cardiaco de ayer, sonríe más, o me lo parece a mí?
FOTO : Pixabay (Kachi)
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