Me lo he pasado bien. Con otra compañera nos hemos disfrazado.
Nada, todo muy improvisado y quizás por ello ha salido bien: Una peluca afro muy deteriorada, una bolsa de basura grandes de color amarillo fosforescente como camiseta encima del uniforme. El cinturón era una guirnalda plateada con estrellas rojas.
Con esta guisa hemos dado la medicación de la cena. Comentarios, risas y bromas. Más de uno nos ha mirado pensando que éramos marcianas, otros ni se han inmutado.
Cuando era la hora de servir el postre, un compañero ha salido de la cocina con el mismo adorno que nosotras. En las manos llevaba una olla y una cuchara muy grande. Con su tambor ruidoso ha empezado a picar para hacer sonar las doce campanadas para que todos los residentes pudieran tomar las uvas poco a poco, y así evitar atragantamientos o problemas de disfagia.
Un año ha llegado a su fin y comienza otro.
Cuando sé es nonagenario es un regalo o un castigo según como se está de salud, la media del comedor hoy se acerca a esta cifra. Alguno ni sabe la fecha en que estamos, otros sí. No ha habido una alegría loca. El ruido, las canciones, las bromas las hacíamos el personal.
Camino de casa, pienso que comprendo sus silencios, la poca alegría que más de uno ha demostrado: el tiempo se ha parado para ellos.
Donde no lo sé, tal vez cuando entraron en el centro. Quizás mucho antes cuando la memoria comenzó a dar signos de estar cansada ... Ni los segundos, ni los minutos ni las horas tiene ya ningún valor. Viven sin tiempo y sin dar muestras de estar estresados o preocupados. Son, a su manera, felices.
¿Me pregunto si alguien, hará lo mismo conmigo una Nochevieja?.
¿Seré capaz de recordar esta jornada o mi mente estará poblada de niebla y el tiempo será nada?.
No lo sé y no quiero saberlo.Lo que tenga que pasar pasara
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